miércoles, 14 de noviembre de 2012

Jorge Hané invita a los teledifusores a crear canales de ventas como QVC Network

Jorge Hané nos sigue enseñando porque sus productos llegaron tan lejos.





miércoles, 7 de noviembre de 2012

“Estoy satisfecho con mi vida”



Conoce más de 100 países, pero nunca se queda en ellos más de tres días. Y aunque viaja por negocios, afirma que procura al menos una tarde visitar un lugar turístico de dicho destino.
Desde hace 20 años lleva un luto permanente porque le gusta ese color, lo que le ha otorgado el sello de hombre elegante y reservado dentro de su popularidad.
Es barranquillero, y aunque halla salido de su tierra hace más de 30 años todavía se considera un costeño que sueña con regresar y disfrutarla como Dios manda: a la orilla de la playa, con una cerveza vestida de blanco en una mano y con la suavidad de la piel de su amada esposa en la otra.

Así es Jorge Hané, sencillo a pesar de que su negocio internacional le haya dado una fama que él no esperaba y su rostro sea el plato diario de los consumidores de todo el mundo.
Se casó hace 7 años por amor, pero no es su primer matrimonio. Tuvo sus primeras nupcias en Barranquilla al lado de una peruana, pero —confiesa— que fue una boda producto de una locura alcahueteada por la juventud.
De su niñez aprecia todo, desde sus primeros años en la agencia de carros de su padre, pasando por sus momentos en el Colegio San José en donde hizo sus estudió de primaria, hasta llegar a esa dulce época adolescente en la que se la pasaba en su Porsche.
Todos esos recuerdos vinieron a su mente y salían solas de su boca tras la línea telefónica, al atender una llamada desde su Barranquilla del alma.
Se suponía que la entrevista la haríamos nosotros, pero él tomó la palabra y como si estuviera hablando con una amiga después de un largo tiempo de ausencia, termina saciando su curiosidad sobre la ciudad que lo vio nacer.
Y entonces se da cuenta que han pasado muchos años y que ha recorrido mucho desde entonces. “Me fui de Barranquilla con la ilusión de alejarme de la violencia, del narcotráfico, pero nunca pude hacerlo del todo. Siempre me ha interesado mi país y mi ciudad y aunque no halla estado en él por mucho tiempo, estoy pendiente de las noticias que se generan de ellos”, afirma.
“Y me fue bien, no lo puedo negar. Pero me ha ido mejor desde que encontré a Florencia”, cambia de pronto el rumbo de la conversación.
Habla de su esposa, de la que se enamoró a primera vista en un restaurante en el que él cumplía con una cita de trabajo mientras ella disfrutaba con unos amigos.
“Me llamó la atención su risa descomplicada detrás de mí y volteé en el momento en que ella echaba su cabeza hacía atrás para observarme. Me di cuenta enseguida que ella y su grupo hablaban de mí y ella se río de una forma que yo traduje como burla”, recuerda y enseguida ríe.
“Quedé enamorado, me conseguí su teléfono, su correo electrónico y estuve detrás de ella semanas; la llamaba todos los días, la invitaba a cenar y nunca aceptaba, hasta que la reté. Le dije que tenía que buscarme a Ibiza si realmente quería una relación conmigo. Estábamos en continentes diferentes y en ese momento creí que era una locura. No la llamé durante tres días y en el cuarto, cuando la llamé, me dijo que ya había llegado a Ibiza. No se si eso la enamoró más a ella que a mí, pero lo cierto es que desde entonces no nos hemos separado un día de nuestras vidas”.
A los seis meses él le pidió matrimonio a 37 mil pies de altura, mientras volaban de Hong Kong a Tailandia.
Él es 27 años mayor que ella. Él tiene 64 años y ella 37. Florencia sobrepasa el metro con ochenta de estatura, tiene unos inmensos ojos verdes y un rostro que parece sacado de una revista de moda. Él es más alto que ella y su piel siempre ha dado ese color blanco rosado que tiende a parecer quemado frente al sol, cuenta con unos ojos azules que resaltan con su cabello rubio casi blanco y no puede negar una sonrisa a todo el que saluda.
De hecho, él asegura que su verdadero éxito no son sus negocios, sino haber encontrado al amor de su vida en un restaurante de Miami hace 7 años, cuando creía que no volvería a enamorarse.
“Pero el éxito también viene dado en el rostro de felicidad de los demás, por eso nació una fundación”, dice Jorge Hané.
“Creo que estoy en un punto de mi vida donde el dinero no es lo más importante. Mi preocupación es la obesidad infantil y ese el objetivo de la fundación”.
La ONG no será una campaña publicitaria para él y su producto, “lo que deseo hacer es prestar mi imagen. Voy a dar un porcentaje de mis ventas para atacar la obesidad infantil, y empezaremos en Costa Rica”.
Y agrega: “es que si en Estados Unidos, por ejemplo, los chiquitos tienen obesidad, en Costa Rica tienen sobrepeso. Esa es la diferencia porque cuando hay obesidad son muchos los problemas, como el corazón, diabetes tipo 2 y otros. Yo ofrezco mi contribución económica y recurso humano para ayudar a atacar la obesidad infantil”.
Otra de las pasiones de Jorge Hané es hacer ejercicios, correr, caminar, alimentarse bien y Florencia lo acompaña en todas estas actividades de la vida diaria.
Pero un hobby casi escondido de él son los automóviles clásicos y deportivos. “No son muchos, solo tengo cuatro carros de marcas importantes y sólo es una manera de olvidarme del trabajo con las cosas que también me gustan”, confiesa.
En poco tiempo Florencia y Jorge renovarán sus votos de amor en una ceremonia en Miami, y esperan con ansías la llegada de un bebé a sus vidas para completar su felicidad.

Trayectoria
Hace muchos años, Jorge Hané producía varios videos muy exitosos para el mercado Latinoamericano. La espinita de hacerlo para él mismo nació.
Decidió que necesitaba aprender sobre nutrición y la ciencia detrás del por qué aumentamos y bajamos nuestro volumen. Empezó a trabajar con algunos de los mejores médicos, nutricionistas e investigadores en el mundo. Así fue como llegó a un programa de alimentación y ejercicios que le dio la fórmula del éxito.
“No creo en pastillas milagrosas o curas milagrosas. Creo que cada uno de nosotros debemos tomar responsabilidad por como vivimos en el mundo, y eso incluye como nos tratamos y manejamos nuestra salud”, enfatiza.
Hoy tiene una Fundación con su nombre que trabaja para reducir la obesidad infantil en Latinoamérica. Hané es el colombiano más invitado a programas de televisión internacionales en los cinco continentes, donde promociona con una gran habilidad su ‘mágico’ producto.

Sobre sus recuerdos...
“Quisiera poder tener la oportunidad de reunirme con mis profesores en el Colegio San José”.


Sobre Barranquilla...
“Cuando regresé, después de 30 años de ausencia, la encontré renovada. Eso me alegró muchísimo”.


Sobre su tierra...
“Soy barranquillerísimo y he lamentado siempre no tener el tiempo para disfrutar mi ciudad”.


Sobre su amor del bueno...
“No he querido a nadie como quiero a mi Florencia. Ella es el amor de mi vida, mi todo”.


Sobre el éxito...
“El éxito del negocio es la efectividad del producto. Si no diera resultados, no estuviera en sus 20 años”.